viernes, 20 de diciembre de 2024

Anotó en un cuaderno las frases que él no dijo.


Anotó en un cuaderno las frases que él no dijo.

O eso, al menos, fue lo que me explicó.

A veces se adelantó y tuvo que borrar algunas, con el tiempo.

Luego de que fueran dichas, me refiero.

Contó esto una noche, luego de estar bebiendo toda una tarde.

Yo no le creí, en ese instante, pero más adelante me explicó el procedimiento.

Incluso me mostró el cuaderno en cuestión.

Ella lo sacó de un bolso y lo puso frente a mí, sobre una mesa.

Era un cuaderno normal, con espirales, supongo que de cien hojas.

Todas, inclusive la parte interior de las tapas, estaban llenas de frases.

Con letra pequeña, amontonadas y separadas apenas por un signo apenas descifrable.

Unas cuantas tenían fechas, lo que me pareció todavía más absurdo.

Son las fechas en las que me di cuenta que él no las dijo, me explicó ella.

O cuando creí comprender que no las iba a decir nunca.

Miré varias, al pasar.

Así, sin siquiera detenerme en ellas, encontré también unas cuantas frases tachadas.

No muchas, en realidad.

Mientras leía algunas, pensaba si yo, alguna vez, había dicho o no algunas de esas palabras.

Probablemente no, debí admitir, luego de leer varias.

“La esperanza llegó sola”, fue la última que leí, antes de devolver el cuaderno.

Ella, visiblemente orgullosa, tomó entonces el cuaderno y lo guardó nuevamente en su bolso.

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