miércoles, 18 de diciembre de 2024

Revisas tus posibilidades.


Revisas tus posibilidades. Varias veces, las revisas. No es cobardía, me dices, dando forma a una defensa. Pero yo no te ataco. O no te ataco al menos por revisar tus posibilidades. Eso lo entiendo, te digo. Lo valoro, incluso, hasta cierto punto. Entonces tú me miras como si no creyeras. Como si mis palabras también debiesen ser revisadas. Puedes hacerlo, claro, pero déjame decirte que eso es algo que no aporta. Estás en tu derecho, pero es innecesario. En ninguna instancia eso aporta. Recogerlas y voltearlas y ponerlas al sol e intentar descubrir si hay algo oculto en ellas. Pierdes el tiempo si te metes con mis palabras, te digo. Lo hago cuando terminas eso sí, para que no creas que buscaba detenerte. Puede que no lo creas, pero es verdad, digo ahora. Nunca busco detenerte. Y es entonces cuando tú pareces molestarte más. Salir de ti misma incluso para que yo quede confundido hablándole a otra. A otra que ya no está ahí en el lugar hacia el que hablaba. Cuento hasta diez, para calmarme. Sé que me observas. Era una posibilidad, digo entonces. Otra de las posibilidades que supongo estás analizando. Tras esto guardas silencio, pero luego admites que puede ser. No por cobardía, vuelves a repetir, pero es algo que puede ser. Y luego sigues, por supuesto, pero yo ya dejé de escuchar y transcribir porque todo viene un poco a ser lo mismo. Y el mundo sigue también, por supuesto, porque tampoco sabe detenerse o no se atreve. Y yo incluso se lo pregunto al mundo, para entender sus razones, pero el mundo no contesto. Quedo atento, pero no contesta. En algún lado, supongo, es escucha pasar un tren.

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