Cuando salgo con tres objetos, vuelvo a casa con dos.
Eso si es que vuelvo a casa.
Esto lo sé por el número únicamente, pues lo cierto es que olvido por completo el objeto perdido.
De hecho, suelo olvidar también, en esas ocasiones, la finalidad con la cual he salido de casa.
Dicho de esta forma, podría incluso suponer que la finalidad es lo que he olvidado, pero esta finalidad -obviamente-, no puede ser considerada como un objeto.
Por lo mismo, pensar de esta forma bien podría considerarse como algo poco honesto de mi parte.
Y eso me ofende, por supuesto.
Así, ofendido, he pensado cómo solucionar esto y he numerado los objetos, por ejemplo.
Me refiero a que los marco con un plumón o les pego una especie de etiqueta con un número.
Lo único que he comprobado a partir de esto es que suelo perder uno de los objetos con número impar.
No me pregunten por qué.
Otra cosa que recuerdo haber hecho es hacer listas antes de salir, parra comprobar después cuál ha sido el objeto perdido.
Lamentablemente -y de forma inexplicable, ciertamente-, estas listas suelen desaparecer cuando regreso a casa.
Eso si es que regreso, como decía en un inicio.
Así, en definitiva, es como voy extraviando mis cosas.
Y así, también, es como me detengo a pensar en aquellas pérdidas.
Igual como Aurelia se le perdió a Nerval, pienso ahora.
Sí, es cierto.
Así mismito.