sábado, 6 de julio de 2024

Una verdadera historia.


I.

Ella vio al Diablo, pero no lo supo.

Solo observó que este tenía su nombre anotado en un cuaderno, y eso la asustó.

No se lo cuestionó, en todo caso, ni tampoco le dio más vueltas.

Al menos, se dijo, es un susto que no volverá a repetirse.

Nada sucede dos veces.


II.

Con el tiempo, sin embargo, ocurrió que ella dibujó al Diablo.

Es decir, dibujó a aquel que había escrito su nombre en un cuaderno, y que ella pensó se trataba de un hombre cualquiera.

Las proporciones del dibujo quedaron extrañas y mirarlo solía producir risa.

Yo mismo, recuerdo, me reí la primera vez que lo vi.

Fue entonces que ella contó la historia respecto al cuaderno donde vio escrito su nombre.

Una historia breve y sin resolución, como toda verdadera historia.


III.

Con los años, me tocó también a mí ver al diablo.

Por suerte, yo supe reconocerlo de inmediato.

Todavía conservaba la apariencia y el cuaderno con el que aparecía en el dibujo.

Tras reconocerlo, él intentó burlarse de mí, diciéndome que sería incapaz de encontrar mi propio nombre en su cuaderno.

No sabes ya cuál es, me dijo.

Entonces me detuve a pensarlo y comprobé que era cierto.

De todas formas no volveremos a vernos, le dije.

Y ya es hora, por cierto, de volver a empezar.

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