martes, 9 de julio de 2024

Prefiero pensar en "El consejero", de McCarthy.


Me pasan otras cosas, no muy buenas. Pero prefiero pensar en el libro “El consejero”, de Cormac McCarthy. Y es que un poco hacia el final, uno de los personajes da en el clavo con algo que subyace en gran parte de la obra de este autor. Sobre todo en el propósito que este persigue -creo-, tras la elección de cierto tipo de personajes en sus obras.

Lo que señala el personaje al final de “El consejero”, por cierto, es la atracción que siente por el animal que es cazador (por el “corazón puro del depredador”, creo que lo llama). Esto ya que lo que definiría al cazador es lo que se ha librado de ser, y no necesariamente lo que es (ya que deja de haber distinción entre lo que es y lo que hace).

Así, si bien el personaje desarrolla luego una diferenciación entre el ser humano y el animal depredador, creo clave el fijar la atención en cómo el ser humano como animal depredador está presente en muchas obras de McCarthy (el ser violento o el que busca sobrevivir a cualquier costo, principalmente). Pero claro, como lo interesante es fijarse en lo que ha dejado de lado este tipo de individuo para limitarse a ser sus propias acciones, me gusta pensar que aquello de lo que esos personajes se han librado de ser, es justamente el ser “humanos”, y esa humanidad perdida, pasa a ser entonces el centro vacío desde el cuál se articulan los significados de sus obras, y desde donde uno debe, por respeto y valoración a esa intención, construir un significado.

Este significado, por último, no puede evitar el cuestionarnos sobre la posibilidad que tenemos de existir sin ser depredadores y ser de esta forma distintos (o “algo más” quiero creer), que nuestras propias acciones.

O la responsabilidad, más bien, que tenemos de hacerlo.

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