miércoles, 24 de julio de 2024

No recuerdo quién lo dijo, pero está bien.

"¿Por qué sonaba la lluvia
como si tuviese algún significado?"

No recuerdo quién lo dijo, pero está bien. Lo pongo como epígrafe simplemente porque no fui yo, eso es todo. Tal vez porque al despertarme en el bar y ver a ese hombre me identifiqué un poco y todo me parecía lluvia sin significado. Sí, afuera llovía y los dos habíamos pasado la noche en el lugar. Uno a cada extremo, por supuesto, pero ambos habíamos sido derrotados probablemente por lo mismo. Él, sin embargo, se veía más extraño en el lugar. Iba vestido de smoking, como si hubiese llegado desde un matrimonio o una fiesta de lujo. Un traje que ahora estaba a mal traer, claro, después de una noche en el bar y dormir sentado, apoyado en una mesa. Cuando se paró y se acercó a la barra noté que tenía algo escrito en la camisa. Desde lejos lo saludé y le pregunté qué decía. Él también pareció sorprendido al encontrárselo. Estiró la camisa, algo tambaleante y me dijo que leyera. Decía “gracias por la cerveza”. Con letras grandes, escritas con plumón, llenando todo el pecho de la camisa. El hombre, sin embargo, pareció no darle importancia. Fue entonces que también me levanté e intenté buscar a alguien que nos indicara por dónde salir. Entonces apareció un barman. Lo recordaba vagamente de la noche anterior y dijo que, al menos en mi caso, el consumo estaba pagado y me podía retirar. Del hombre no dijo nada así que supuse que debía dinero. Le pregunté si tenía. O si podía ayudarle en algo. El hombre del smoking me miró extrañado. Después de todo fuimos derrotados por lo mismo, le dije. Parece que perdimos en la misma batalla. Luego de estar un rato en silencio el hombre se puso de pie y me miró fijo. No fuimos derrotados, me dijo. Lo que ocurre es que combatimos, nada más. Por eso estamos cansados. Como no supe qué decirle, preferí asentir, simplemente, e irme del local. Afuera llovía, pero no de forma intensa. Ya de camino a casa pensé que la letra en su camisa se parecía un poco a la mía. Y que yo llevaba plumones, en mi bolso. Pero claro, eso no quería decir nada. O no necesariamente, al menos. Es como la lluvia, me dije. La del epígrafe. Esa que está allá arriba, ¿no recuerdas?

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