sábado, 13 de julio de 2024

Ser puente levadizo.


I.

No lo soy, pero si hubiese sido una cosa, me hubiese gustado ser puente levadizo.

No por bajar ni por subir ni por permitir accesos o salidas.

Me hubiese gustado serlo simplemente porque sí.

Porque intuyo que serlo ha de ser bueno.

Y porque incluso quieto puedo retornar al movimiento con un simple mecanismo.

Sí, un puente levadizo, me hubiese gustado ser.

De haber sido una cosa, me refiero, es lo que hubiese escogido.


II.

No soy ingenuo.

Sé que un puente levadizo no retorna al movimiento por sí mismo.

Sé qué necesita de alguien más, digamos, para hacerlo.

De todas formas, de poder elegir, seguiría eligiendo ser puente levadizo.

Y nunca, por cierto, pediría ayuda a alguien.


III.

Ahora bien, si como puente levadizo, no tuviese ya opción de movimiento.

Por ejemplo, si fuese el puente levadizo de un castillo abandonado.

Yo preferiría, sin dudarlo, ser un puente ya elevado.

Arrimado en vertical a la estructura del castillo, me refiero, y no tendido horizontal, existiendo para nadie.

Incluso, ante el peligro de caer, gastaría la última fuerza que quedase en aferrarme a la pared (no ser pared, aclaro, pero sí aferrarme a ella).

Y claro, no faltará quien diga que elevado un puente deja ya de ser un puente.

Pero yo sonrío al escucharlo pues sé que no es así.

Incluso, puedo asegurarlo.

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