lunes, 22 de julio de 2024

El virus domesticado.


No lo entendí muy bien, pero me explicó que el virus se había domesticado. O sea, no que nosotros lo hubiésemos domesticado, sino que el mismo virus se domesticó. Sé que suena extraño, pero según entendí, el virus habría preferido eso a seguir siendo atacado. Y en este sentido se domesticó por conveniencia. O por no seguir luchando, digamos. En este sentido, se habría comportado igual que un perro que llega a pedir comida. Aunque claro, el virus ya había llegado antes y no precisamente de forma dócil, pero en eso se habría transformado, posteriormente. No porque nadie tuviese intención de domesticarlo, reitero, sino porque él mismo se domesticó. Creo que algunos propusieron que se había transformado en algo similar a un parásito, pero a mí me explicaron que no era eso. O sea, intentaron explicármelo, al menos. Me nombraron incluso una serie de diferencias en el comportamiento y en la manera de relacionarse con el supuesto “huésped”, pero no las recuerdo muy bien. Lo que sí sé es que, con la idea de que se domesticó y todo eso, yo comencé a imaginarme a cada uno cargando a un virus como si fuese un hámster (hubiese pensado otra mascota, pero como había que cargarla todo el tiempo me decidí por el hámster). Y como lo comenté me corrigieron un poco y me dijeron que la comparación no era tan buena porque el hámster en este caso estaría dentro y uno sería más como la rueda en que giraba el hámster y además no lo sabríamos del todo. Además, mientras no lo supiéramos, todo estaría bien pues el virus se seguiría domesticando por sí mismo y entonces no nos dañaría a nosotros, aunque igual seguiría siendo un virus. Y nosotros un poco también, me parece, aunque no lo recuerdo muy claro. O sea, lo recuerdo, pero no lo entiendo del todo y no sabría explicar por qué. Creo que también tenía que ver con la idea esa de domesticarse. No estoy seguro, por supuesto. Pero creo que es así.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales