martes, 23 de julio de 2024

Nunca te enteras bien.


Nunca te enteras bien, me dijo. Y te pasa porque no quieres. Como si eligieras enterarte solo de un poco y nada más. A veces menos, a veces más, pero siempre a medias, me refiero. Siempre parcialmente. Y claro, después de eso, simplemente ahí te quedas. Sin indagar nada más, sin preguntar… como si con eso bastara. Como si todo se significara por sí solo. Como si no requiriese de ti para terminar de significar. Pero claro, tú te quedas así, sin enterarte bien, por supuesto, y pareciera que da lo mismo. No sé si te das cuenta, pero en el fondo esa es la clave. O lo que molesta, si soy sincera. Y es que, si uno te ve a la ligera, sin conocerte, me refiero, hasta pensaría que estás de lo más cómodo. Como ahora, por ejemplo. Sí, a veces pienso que prefieres los datos sueltos. Que si fueras por ti te quedarías siempre entre palabras sin conclusiones. Palabras que suenan y que escuchas justamente como música. Sí, igual que si fuera música, aunque en este caso no creo que las disfrutes siquiera. Igual que el niño ese, no sé si te acuerdas, que vimos una vez todo quieto en medio de una piscina de pelotas de plástico… ¿te acuerdas? Porque yo al menos miré al niño y luego te miré a ti y sentí como si te identificaras con él. Y que creías que eso era bueno. Sí… igualito a él mientras yo te hablaba, o mientras te hablaban otros, que en el fondo da lo mismo. No te enteras, simplemente, y lo prefieres así. Eso es lo que te pasa, ¿o no?

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