lunes, 18 de diciembre de 2023

Una puerta tras otra.


Me habían dicho que no se podía, pero no era cierto.

Me refiero a que sí se puede vivir así: abriendo una puerta tras otra.

Puedes hacerlo y descubrir, mientras lo haces, que no se acaban.

Que siempre hay una siguiente puerta, me refiero.

Ni siquiera dos.

Siempre una.

No parece importante esto último, pero al ser una, te evitas de paso tomar decisiones.

No eliges entre una u otra, quiero decir.

La única decisión, a fin de cuentas, es decidir si vas a seguir abriéndolas o si dejarás de hacerlo.

Nada más.

Además, ya ni siquiera hay esperanza tras aquello.

No la hay pues sabes muy bien que, tras la siguiente puerta, simplemente habrá otra, y no llegarás realmente a ningún sitio.

Es decir, no cabe un corazón ni un pensamiento, como ves, en esa acción.

Así y todo, mientras abres una y otra puerta, comienzas a fijarte en algunas cosas.

Por ejemplo, te percatas de que algunas de esas puertas tienen escritos algunos signos.

No números, simplemente, sino toda clase de signos.

Una media luna, algo que parece un ideograma y hasta una pequeña mancha de color.

Y claro, es probablemente en esos momentos -de pie frente a los signos que no comprendes, me refiero-, cuando dudas si se puede, realmente, vivir de aquella forma.

Pensarás que no, es cierto, como todos.

Pero yo te digo que dejes el cansancio a un lado.

Puede hacerse, ya verás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales