jueves, 21 de diciembre de 2023

En la habitación de al lado.


Imaginamos al Minotauro en el centro del laberinto, pero no necesariamente ha de estar allí.

De hecho, es muy poco probable.

Incluso el laberinto, digamos, es posible que no tenga necesariamente un centro.

Si no me cree, cierre los ojos y piénselo durante unos segundos.

Visualícelo así, yo le ayudo.

Un segundo.

Dos segundos.

Tres...

Con eso basta, yo creo.

Ahora bien, esto que nos ocurre al pensar al Minotauro, nos ocurre también en otro orden de cosas.

No daré ejemplos concretos, pero puede usted pensar en lo que guste.

En cualquier ámbito, me refiero, puede usted pensar.

Ojalá algo vinculado con lo que acostumbran llamar “su propia vida”.

O lo que usted, al menos, entiende por aquello.

En mi caso, por ejemplo, visualizo esa “propia vida” desde una especie de yo provisorio.

Un yo que es solo un punto de vista desde el cual observo al yo real.

Al yo que se encuentra, de cierta forma, en la habitación de al lado.

No en un laberinto, ciertamente, pero igualmente un supuesto centro que luego descubrimos que no es.

Un centro falso en la habitación de al lado donde supuestamente se desarrolla el mundo.

Así, desplazándonos un poco como si tratase de mover un centro de gravedad, hay algunas cosas que se aclaran.

Una de ellas, por ejemplo, el asunto ese del Minotauro y su supuesta ubicación.

El supuesto centro.

Y el supuesto laberinto.

No sé mucho más al respecto, pero lo que sé está ahí para todos.

Usted decide, sin embargo, qué hacer con todo aquello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales