lunes, 25 de diciembre de 2023

Ciclos.


I.

Estoy orgulloso de tan pocas cosas que a veces se me esfuma el orgullo.

No es que desaparezca del todo, pero se me dificulta, al menos, llamarlo de esa forma.

Me lo guardo para mí, apenas, como un puñado de tierra húmeda.

En ella, posteriormente, planto las semillas de mi voz.

No para que crezcan, necesariamente, sino para que estén a gusto.

En el sitio que les corresponde, digamos.

Luego… a veces un brote y poco más.

Muy poquito más, si soy sincero.

Ese es el ciclo del orgullo, me digo, a fin de cuentas.

Si hay suerte, al final de todo esto, la verdad se asoma como un brote.


II.

De todas formas, la impresión que dejo no es la que quiero dejar.

De eso me percato cuando releo lo que escribo.

Respiro hondo y trato de limpiar un poco, antes de seguir.

Cuando digo limpiar, por cierto, digo limpiarme.

Créanme que es difícil.

De vez en cuando, cuando puedo, me arranco a la montaña y me tiendo directamente sobre la tierra.

Suena agradable, pero generalmente hay piedras y demasiado sol.

Poco importa esto, sin embargo, cuando sabes que es necesario.

Te cansas, es cierto, pero luego lloras un poquito y después sonríes.

Otro ciclo, tal vez.

Llámenlo así si quieren.

Así, si hay suerte, al final de todo esto, la verdad se asoma como un brote.

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