lunes, 4 de diciembre de 2023

La clave no son las cosas.


I.

La clave no son las cosas.

La clave son los espacios entre las cosas.

Los espacios y saber si ellos aumentan o disminuyen, mientras avanza el tiempo.

Eso es todo, a fin de cuentas.

Eso -y poco más-, es todo.


II.

Olvidad las cosas.

Dejadlas de lado.

Apílenlas si quieren y distribúyanlas en el espacio.

No importa cómo.

Déjenlas estar, por un tiempo.

Olvídense de ellas.

Me refiero a que olviden que son cosas y percíbanlas como un paisaje.

Como un todo, me refiero.

Caminen entre ellas.

Vivan entre ellas.

Sean una más de esas cosas.

Permaneced así, en el espacio.


III.

Para lograrlo, les recomiendo también olvidar los números.

Y es que, sin números, no hay cosas.

No hay posibilidad de distinguirlas, me refiero.

No hay forma de llevarlas a la consciencia.

Por otro lado, si no basta, extraviad también los nombres.

Todos los nombres.

Luego, diluyan los bordes.

Sus propios bordes, incluso.

Olvídenlos como en ciertas épocas se olvidan de sus paraguas.

Encuéntrense así, sin saberlo, con la lluvia.


IV.

Creo que ya lo dije, pero no está de más repetirlo:

La clave no son las cosas.

La clave son los espacios entre las cosas.

Los espacios y saber si ellos aumentan o disminuyen, mientras avanza el tiempo.

Eso es todo, a fin de cuentas.

Eso -y poco más-, es todo.

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