miércoles, 27 de diciembre de 2023

Una lista de cosas extrañas.


Hice una lista de cosas extrañas.

No ahora, por cierto, sino hace ya bastantes años.

En la lista incluí situaciones, acciones y cosas. Todas ellas sacadas de experiencias que me había tocado vivir directamente.

Vale la pena señalar que lo que anotaba en esa lista eran cosas extrañas “para mí”, por lo que, probablemente, para otras personas fuesen situaciones comunes y no llamasen la atención en lo absoluto.

Así y todo, debo reconocer que, de cierta forma, me sentía orgulloso de esa lista.

De hecho, andaba casi siempre con ella (a escondidas eso sí) y anotaba de inmediato un nuevo hecho o situación que calificase en esa categoría.

No tenía criterios claros, es cierto, pero tampoco acostumbraba dudar si algo era lo suficientemente extraño como para ser anotado.

Por lo mismo, apenas percibía que algo merecía ser anotado, lo escribía sin más y no lo cuestionaba en lo absoluto.

A veces -por lo general de noche y a solas-, sacaba aquella lista y la leía en orden, repasándola detalladamente.

Era como revisar fragmentos de un mapa, pienso ahora, cuyo significado y referencia esencial desconocía, aunque sin intentar descifrarlo.

Ya siendo padre, con mi hijo pequeño, recuerdo haberle leído aquella lista e incluso agregado, con él en brazos, unas cuántas líneas más.

Fue entonces, creo recordar, que comprendí que absolutamente todo podía estar en esa lista, y hasta merecía, de cierta forma, entrar en ella.

Y claro… fue a raíz de esto, justamente, que dejé de anotar.

Con todo, no boté aquella lista, sino que la transcribí ordenadamente y luego la guardé -eran más de quince hojas-, dentro de uno de los tomos de Umbral, de Juan Emar.

La había olvidado hasta hace poco, cuando di con ella tras volver a visitar aquel libro.

“Olvidar algo importante, volver a recordarlo y olvidarlo nuevamente”, había escrito en una de las líneas.

No recuerdo mucho más.

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