sábado, 30 de septiembre de 2023

Preferiría no tener razón.


I.

Te lo digo sinceramente.

Preferiría no tener razón.

O tenerla, si quieres, pero pensar que no.

No saberlo, me refiero.

Sinceramente.

Preferiría que mi lógica se desviara de pronto y sin motivo.

Y que yo, por supuesto, no me diese cuenta en lo absoluto.

Quisiera sentirlo, lo juro.

La posibilidad, al menos.

La esperanza de estar equivocado.

Que el sentido que hoy percibo sea errado.

E igual cosa con el sinsentido.

Te lo digo sinceramente.


II.

A veces no.

Es cierto.

A veces ni las palabras ni el silencio.

A veces todo da lo mismo.

Y no siquiera hay esperanza, entonces, de estar equivocado.

Hasta eso se pierde, en ocasiones.

Sinceramente, te lo digo:

El sentido de la acción no es su consecuencia.

Y no importa la acción.

Y es que no levanto una piedra, digamos, para dejarla caer.

Aunque caiga, por supuesto, aquella piedra.

Es cierto…

Preferiría no tener razón, pero es así.

Un día de estos comprenderás por qué, pero será tarde.

A veces ni yo entiendo de qué hablo.


III.

Crees que es el barco, pero es el río que te mueve.

Y la verdad ni siquiera es el río, sino el agua.

Cuesta comprenderlo (intuitivamente), pero es así.

Si fuéramos honestos, te aseguro, ya comprenderíamos.

De hecho, preferiríamos ambos (comprendiendo) no tener razón.

De eso estoy seguro.

El error, al menos, posibilita esa esperanza.

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