domingo, 17 de septiembre de 2023

Más, no es necesario.


Adivinas los huesos bajo la carne.

Más, no es necesario.

No suponer más, me refiero.

No intentar saber más.

Piel, apenas.

Ojos, tal vez.

Uñas, por supuesto.

Así, todo lo que no está en la superficie,
resulta excesivo.

Sabiendo esto, compramos gasas una vez.

No gasas propiamente tales sino un material similar, más específico.

Uno que usaban en operaciones y que podía quedar dentro del cuerpo
y disolverse en él.

Tú por supuesto, no quisiste saber de aquello.

Simplemente adivinabas carne, bajo la piel
y huesos, luego, bajo la carne.

Nosotros en cambio jugamos a hacer cortes.

Pequeños cortes.

Angostos, me refiero, pero profundos.

Todos lo hicimos, menos tú.

Luego buscamos esas gasas especiales.

Las metimos dentro.

Bajo la piel.

Bajo la carne.

Los que hicimos cortes profundos no tuvimos problemas.

Los demás sí, aunque no del todo graves.

Ligeras fiebres, infecciones.

Unos que erraron y cortaron el músculo, por ejemplo, 
debieron retirar las gasas.

No fue mi caso, por supuesto.

Yo hundí profundamente el filo y me aseguré de llegar dentro.

Con un palillo metí las gasas.

Y entre las gasas escondí también otras cosas.

Creencias, nombres, realidades.

Luego cerramos el corte.

No muy pulcramente, pero así lo hicimos.

Hablo en plural, por cierto, pero no te incluyo.

Tu nombre entre las gasas, tal vez,
pero todo eso lo he olvidado.

Una semana después ya había dejado de sangrar.

Dos semanas más y el corte, completamente, había cerrado.

Ahora, adivinas los huesos bajo la carne, y poco más.

Mis ojos, no se detienen ya en creencias, nombres ni realidades.

Más, aprendí, 
no es nunca necesario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales