miércoles, 20 de septiembre de 2023

Es así.


Es así.

No finge, me refiero.

Tampoco busca dañar a nadie.

Lo digo sin temor a equivocarme pues lo conozco desde hace años.

No es que lo defienda, pero sinceramente no creo que lo haga de gusto.

Años atrás, por ejemplo, le ocurría algo similar con los ladrillos.

Sí, con los ladrillos, aunque no creas.

Podías ir caminando y de pronto notabas que su mirada estaba pendiente de otro sitio.

Y claro… seguías su mirada y veías que estaba mirando alguna pared, justamente hecha de ladrillos.

Una mirada algo obsesiva, es cierto, pero no violenta.

Me refiero a que no es que se transformase, sino que seguía siendo él mismo, pero ahora estaba concentrando en una pared de ladrillo.

O en un ladrillo en particular, más bien, de esa pared.

Puedo dar fe de eso, pues le ocurrió mientras caminaba conmigo, en tres ocasiones.

Yo ya estaba advertido de lo que podía ocurrirle, pero me sorprendió igual.

Y es que él, se acercaba hasta la pared en cuestión y llevaba una de sus manos hasta un ladrillo en específico.

El mismo ladrillo que había observado desde un inicio, con detención.

Quiero ese ladrillo, decía entonces, mientras sacaba unas herramientas que cargaba en los bolsillos.

Poco después, todavía sin mirarte, se ponía a trabajar, intentando retirar el ladrillo en el que se había fijado.

Por lo general trabajaba con pulcritud, sin acelerarse, lo que daba tiempo a que uno intentase hablar con el dueño de aquel muro y explicarle la situación.

Entonces, además de ofrecer compensaciones, uno buscaba encontrar la comprensión de aquella persona y propiciar el buen entendimiento, para evitar malos ratos.

Quiere sacar ese ladrillo pues dice que no está soportando peso alguno y que no tiene ningún significado estructural, que justifique su presencia en el muro.

Eso era lo que yo decía, al menos, intentando explicar.

Y claro, mientras yo hablaba, él terminaba de sacar aquel ladrillo.

O de romperlo, más bien, en pequeños trozos que él mismo recogía y echaba en una bolsa.

Por suerte, yo no tuve grandes problemas en esas oportunidades y todo ocurrió sin que nadie, finamente, se viese severamente perjudicado.

A diferencia de lo que ocurre ahora, por cierto, ya que todos parecen poner en duda sus intenciones y se fijan únicamente en el daño que pudo causar.

Por eso vuelvo a decirles que él es así, y les pido de paso que ojalá lo comprendan.

No que lo perdonen, pero sí que lo comprendan.

Le obsesiona lo superfluo, es cierto, pero no es malo.

Es como cualquiera de nosotros, si lo piensas, pero más sincero.

Más obsesivo, en definitiva, y más sincero.

Eso es todo lo que podemos juzgar.

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