jueves, 31 de agosto de 2023

Frutos.


Soñé que, si movía con cierta fuerza mi cabeza, desde ella caían frutos.

Igual que si fuese un árbol, aunque en el sueño yo seguía siendo yo.

En principio no me detuve, en el sueño, a observar cómo eran los frutos.

Los sentía caer, simplemente, y adivinaba por el sonido que hacían al caer, simplemente, cuál podía ser su peso y consistencia.

En este sentido, debo reconocer que mi atención estaba puesta en el movimiento que realizaba.

No demasiado brusco, intentaba, pero lo suficientemente fuerte como para que aquellos frutos que ya estaban maduros, pudiesen caer y no comenzaran a pudrirse entre mis inexistentes ramas.

Ahora bien, si me preguntan por la naturaleza de aquellos frutos, debo reconocer que la desconozco en lo absoluto.

De hecho, apenas podría decir que, por su sonido al caer, supongo que eran algo así como manzanas.

Ni muy pequeñas ni muy grandes, supongo, más bien del tamaño ideal para que cupiesen en las manos de un niño, si es que había alguno interesado en recogerlas.

Aunque debo confesar que, en el sueño, nadie estaba cerca mío, y los frutos simplemente caían junto a mí, sin que nadie los recogiese.

Así y todo, debo reconocer que aquello (en el sueño) no me preocupaba en lo absoluto.

Yo solo sentía que hacía lo que debía hacer.

Porque esa, de cierta forma, era la consigna.

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