miércoles, 2 de agosto de 2023

No entras en el bosque para salir del bosque.


No entras en el bosque para salir del bosque.

O no piensas en eso al entrar, al menos.

No vas con sed a entrar en él, aunque probablemente lleves agua.

Y no volteas cada diez pasos para ver el origen del camino.

Poco importa todo esto, en todo caso, me dices.

Todo lo que dices, poco importa.

Pero lo dices sin decir, mientras avanzas.

Con paso apresurado, ciertamente, como si quisieras dejarte atrás.

Malas noticias traigo si es así: cargas contigo en el bosque.

Todo lo demás puede quedar fuera, pero seguirás cargando contigo.

Igual que ellos se despojan de sus hojas puedes despojarte de aquello que crees todo.

Sin embargo, el árbol no deja de ser árbol sin sus hojas, y tú tampoco dejas de ser tú.

Tras muchos bosques, te adelanto, eso es lo que aprendes.

Eso y unos cuantos nombres, y caminos… y el verdadero peso de ti mismo, si vas con suerte.

Una vez, por ejemplo, encontré en mitad del bosque a otro como tú.

Si le hubieses preguntado que llevaba te habría dicho que una cuerda y una antorcha.

Pero nada en él -y nada que él cargase-, iba realmente encendido.

No entras al bosque para salir del bosque, me dijo entonces, cuando me acerqué.

Igual que yo me acerco a ti, ahora, o casi igual.

La diferencia es que yo, aunque no lo notes, porto el fuego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales