martes, 15 de agosto de 2023

La cabeza de Orfeo.


Una fábrica cerrada.

Un puente desde el que se ha lanzado alguien.

Una anciana llorando en el baño de un museo.

Nada ocurre, ya ves.

O lo que ocurre es que todo son historias, dice alguien.

Una imagen borrosa, poco práctica.

Dos hombres de espaldas, que se alejan.

Un trueno que apenas se escuchó.

Lo que ocurre es que ha llovido mucho, nada más.

Eso es siempre o que ocurre.

Una piedra al centro del charco.

Una ventana quebrada.

La cabeza de Orfeo, en las manos de Eurídice.

Lo que ocurre es que vivimos en mundos diferentes, te dicen.

Y ahora vienes tú, y has comenzado a mezclar las historias.

¡Cuánto atrevimiento…!

Es como la historia del tipo ese que inventó el jabón líquido.

Dicen que intentaba hacer un pegamento.

Trabajaba en un museo, haciendo reparaciones en madera.

Siempre comía huevos duros a la hora del almuerzo.

Una vez, según cuentan, encontró a una anciana llorando en el baño.

Intentó hablar con ella, pero la mujer era holandesa.

Y además sorda.

Vestía el uniforme de trabajo que usaban las obreras de una fábrica cercana.

Ella tenía una cabeza sobre el regazo, aunque no era Eurídice.

Cuando joven -supimos después-, ella se había lanzado desde un puente.

Tampoco, esa vez, logró su cometido.

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