domingo, 13 de agosto de 2023

Imágenes.


Durante el viaje se sacó fotos sobre un elefante, sentada al lado de un tigre y con una cobra en el regazo. También tenía otras en un santuario con monos, en un aviario y hasta con un pequeño canguro en sus brazos. Las publicó todas juntas, el mismo día, luego de su regreso. También había otras fotos, por supuesto, pero en la gran mayoría posaba con algún animal. En ellas siempre tenía, más o menos, la misma expresión. Yo mismo, años atrás, le había tomado algunas fotos y había notado que posaba de esa forma. Se lo había comentado, de hecho, pues me parecía algo poco natural, pero ella no se lo tomó a bien. Recuerdo que discutimos esa vez y me acusó de criticarla siempre y no reconocer su naturalidad. Se expresión auténtica, creo que dijo. Ahora, años después, tras volver a encontrarme con esa expresión, algo pareció activarse en mí al verla. Una sensación molesta, debo reconocer, algo violenta, incluso. De total rechazo. No necesariamente hacia ella, en todo caso, sino más bien hacia mí, por no darme cuenta que ella no estaba dispuesta a revelar nada más allá de aquella “expresión auténtica”. Entonces, volví a repasar por última vez sus fotos. Fijándome en los animales, esta vez. Algunos de ellos habían mirado directamente hacia la cámara. Observé sus ojos antes de salir. Antes de abandonar para siempre, digamos, aquellas imágenes.

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