viernes, 25 de agosto de 2023

En una cuenca como si fuese un ojo.


Vivir en una cuenca como si fuese un ojo.

Sin saber si al lado hay otra cuenca u otro alguien que vive como un ojo.

Vivir en una cuenca observando, con el espacio justo para acurrucarse en ella.

No para no salir.

No para protegerse.

Vivir en una cuenca más bien para ser como el agua que se aposa en la palma de una mano.

Para ser bebido, tal vez.

Para quitar la sed.

O para que lo que observo pueda llegar a reconfortar, alguna vez, a alguien.


Vivir en una cuenca como si fuese un ojo.

Como si mi función estuviese dada únicamente por una acción.

Como si todo mi cuerpo se fundiese en un único órgano que ha logrado encontrar su sitio.

Y mi existencia, de esta forma, también lo encontrara.


Vivir en una cuenca como si fuese un ojo.

Y como si al serlo descubriese, de paso, quien soy.

Como si al observar me observara en medio de aquello que contemplo.

Y como si aprendiese de mí, de esa forma.

En una cuenca.

En un espacio que no es propio, pero que aprendes a hacer propio.

Como si fuese una forma válida (y honesta) de habitar el mundo.

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