lunes, 24 de julio de 2023

La luz del departamento piloto.


Cerca de mi casa hay un edificio en venta.

No el edificio por completo, por supuesto, sino los departamentos que hay en él.

No me percaté del edificio hasta que lo vi levantado, hace unos meses.

Ahí hay un edificio, me dije entonces, mientras lo observaba.

Igual no es algo en lo que deba o pueda pensar.

No me afecta mayormente, digamos.

Eso creía, al menos, hasta que pasé junto al edificio una tarde y observé un poco más.

En el primer piso, me fijé, estaba encendida la luz del departamento piloto.

Ventanas grandes, sin cortinas, permitían que uno pudiese incluso mirar dentro.

Algunos muebles, colores claros… lo típico.

Pero estaba esa luz.

La luz encendida, digamos, del departamento piloto.

Incluso ya de tarde, cuando nadie más iría a visitarlo.

Probablemente quede también encendida por la noche, pensé.

Lo comprobé, de hecho, horas más tarde.

Estaba inquieto así que fui hasta el lugar y comprobe que así era.

Observé esa luz.

Debía ser igual que otras luces, pero se sentía fría.

Metálica, tal vez. Distinta.

La comparé con otras luces del sector, de lugares habitados.

De regreso a casa la comparé incluso con mi propia luz.

Con la luz de mi casa, me refiero.

No puede ser la misma, me dije.

Puede que se parezca, pero no puede llegar a ser la misma.

Me dormí esa noche, inquieto.

Como si me molestase en los ojos la luz del departamento piloto.

Era una luz blanca.

Incluso cuando está apagada está encendida, me dije.

Luego, supongo, me dormí.

Ahora ya no importa.

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