miércoles, 19 de julio de 2023

Podría ocurrir en un cuento de Lem.


Podría ocurrir en cuento de Lem:

Un hombre está tan cansado de hacer sus labores que se clona para que el ser clonado las haga.

Lamentablemente el ser clonado comparte el cansancio y el desgano con el hombre original y también se niega a realizarlas.

Las labores, por cierto, vistas desde nuestro contexto, son pocas.

De hecho, si avanzáramos en esa supuesta lectura, nos daríamos cuenta que el tiempo real destinado al trabajo (o a las tareas que en nuestra época producen cansancio o agobio) es realmente mínimo, y que esas labores que el hombre original no desea realizar, se reducen a interacciones mínimas con otros seres y a aquellas que están destinadas, únicamente, a ocuparse de sí mismo.

Así, en el fondo, lo que buscaría este personaje habría sido crear a alguien que “llevara su vida”, en el sentido de cargarla, de “llevarla encima” o “puesta”, sin más.

Más allá de esto -y sin caer en detalles-, el cuento de Lem seguiría, por supuesto. Ahora, con estos dos personajes -el hombre original y el ser creado-, creando un tercer ser.

Esto, ya que se convencen diciendo que, aunque probablemente el nuevo clon también comparta su cansancio, ellos al menos serán dos y podrán someterlo apelando esta vez, como recurso, a la mayoría simple, lo que les dará un poder sobre el nuevo ser, quien no podrá oponerse a esta doble voluntad.

El tercer ser, sin embargo, si bien se doblega ante la presión de la mayoría, apela a ellos señalando que no tiene ningún problema con cargar con las labores de uno de ellos, pero que llevar el peso de las tareas de los dos (más sus propias tareas, por supuesto), resulta demasiado demandante, por lo que propone la creación de un cuarto ser para que, al menos, distribuyan así la carga.

Los dos primeros seres lo escuchan. Luego conversan entre sí, excluyendo al tercero. Hacen cálculos. No se convencen.

Deciden entonces dejar la decisión para el otro día.

Quieren pensarlo estando más tranquilos. Sin tanta presión.

Cae entonces la noche.

Se duermen.

Sueñan lo mismo, pero no lo saben.

Los tres -me refiero-, sueñan lo mismo.

Finalmente despiertan.

Con cierta angustia, despiertan.

-Sí -dice entonces una voz, en esa mañana-. Podría ocurrir en un cuento de Lem.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales