sábado, 8 de julio de 2023

No te lo estás tomando en serio.


-No te lo estás tomando en serio -me dijo-. Sé que no te gusta hablarlo, pero tendremos que hacerlo.

-De acuerdo -dije yo-. Pero sí me lo tomo en serio.

No dio señas de escucharme.

Parecía molesto.

Se sentó entonces frente a mí y sacó barrios grupos de hojas, en carpetas.

Yo ya estaba sentado así que solo lo observé.

Abrió una de las carpetas, frente a mí.

En los papeles había un gran número de pegatinas, secciones destacadas, subrayados y un gran número de observaciones anotadas a los costados.

No alcanzaba a verlos bien, pero supuse que se trataba de los adelantos que le había estado enviando.

-Voy a ir directo al grano -me dijo-. No podemos aceptar esto. Ni remotamente podemos aceptarlo.

-¿Por qué? -pregunté.

-Mira -me dijo-, abriendo ahora otra carpeta… Un ejemplo: ¿recuerdas a M., el padre de F. que muere cuando ella tenía dos años, en el capítulo 2…?

-Claro -le dije-. Lo recuerdo.

-Pues resulta que apareció vivo en el capítulo 4, en la graduación de F. -dijo con molestia.

-Puede ser… -dije yo, intentando recordar la historia.

-La misma M., -dijo ahora acercándome unas hojas-. Resulta que estudia arquitectura en el capítulo 7 y se recibe de enfermera en el 9… Además, por supuesto, de perder la virginidad dos veces…

-Pero tú me pediste más de esas escenas… -intenté excusarme.

-También está el asunto de la mascota -siguió él, sin escucharme-. Es un gato hasta el capítulo 3, luego un perro, en el 5, cuando muerde a J., y un pez en el 11…

-¿Qué me estás queriendo decir? -le pregunté entonces, alzando un poco la voz.

-¡Que no te has tomado nada en serio…! -dijo él, levantando la suya todavía un poco más-. Que hicimos lo posible por mantener el acuerdo… libertades creativas, dijimos… pero estas son solo algunas inconsistencias… Todos están de acuerdo en que no se puede rescatar nada de lo que has enviado.

Guardé silencio ante sus acusaciones.

Finalmente, fue él mismo quien me invito a hablar:

-¿Qué ocurre…? -lanzó-, ¿no vas a decir nada?

-Hombres de poca fe -le dije-. Realmente carecen de ella.

Luego me puse de pie y caminé hacia la salida.

Rapidito, para que no me obligase a hablar en serio.

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