jueves, 27 de julio de 2023

Llegó alterado.


Llegó alterado. Más de lo habitual, me refiero. Es decir, siempre anda alterado, pero esta vez parecía no controlar su cuerpo siquiera. Chocaba con las cosas. Temblaba. Arrastró la silla que estaba justo a mi lado. Se sentó junto a nosotros y pidió una cerveza. No sé bien por qué, pero yo lo observaba tranquilo. Los otros, en cambio, se mostraban inquietos. Tal vez pensaba que en cualquier momento iba a atacarlos. A sacar el revólver que siempre traía y dar un par de tiros. Yo no sé. No sé en qué pensaba, me refiero. Nunca había tenido un problema con él y creo que me estimaba desde esa vez que hablamos de un libro de Bulgakov. Él no acostumbraba leer, pero había leído ese pensando que se trataba de otra cosa. Era un libro llamado Morfina, por cierto. Lo vi con él y hablamos un rato de coas que él no trataba habitualmente. Cuando levantó la jarra con la cerveza me fijé que tenía la manga de la camisa, bajo la chaqueta, manchada de sangre. Comprendí entonces que estaba herido. Fue poco después que entraron los otros y comenzó lo que todos saben. Él, finalmente, recibió varios golpes y un par de tiros en el estómago. Yo, por mi parte, tuve suerte. Quizá demasiada. Solo terminé con un corte pequeño, en la mejilla. Tras percatarme, decidí irme, mientras los demás seguían ahí, tal vez demasiado quietos.

-Disculpen, me equivoqué de cuento -les dije, mientras salía del lugar.

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