miércoles, 1 de febrero de 2023

Uno supone cosas.


Uno supone cosas.

La mayor parte del tiempo uno supone cosas.

Inconscientemente incluso, pero eso es lo que uno hace.

Piénselo usted, por un momento.

Y suponga, por cierto, que le hablo directamente a usted.

No a otro.

No a otra.

¿Lo hizo?

¿Sinceramente lo hizo?

Pues si es así, entonces ya ve usted que también supone.

Como todos, no se preocupe.

No hay debilidad en suponer.

Las certezas están también ancladas en supuestos varios.

Aceptémoslo así.

Confíe.

La vida entera se basa en suponer cosas.

Me despierto, por ejemplo, suponiendo que he dejado de estar dormido.

Me pongo de pie, poco después, suponiendo que el piso es firme.

Luego avanzo, suponiendo que mis piernas me sostendrán sin problemas.

Todo es siempre así, paso a paso.

Agréguele si quiere las acciones que considere convenientes.

Haga una lista con ellas y vaya probando.

Piense en mí si quiere, no en alguien más íntimo pues es más fácil que así pueda engañarse.

Ya verá usted que no miento.

Y llegará, le aseguro, a conclusiones ciertas.

Certeras más allá de toda suposición.

Se dará usted cuenta, por ejemplo, que incluso existo, suponiendo que soy yo.

Tras esto, por supuesto, puede usted elegir qué hacer.

Hacia dónde proyectar sus creencias, me refiero.

Suponer que esto es un texto nada más.

Un conjunto de palabras reunidas.

Si le es más fácil siéntase libre de hacerlo así.

Después de todo, como le decía, uno siempre supone cosas.

La mayor parte del tiempo, al menos.

O poco más.

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