lunes, 27 de febrero de 2023

Cables de luz.


I.

Cables de luz.

Eso dicen.

Molestan a la vista los cables de luz.

Recién despierto y dos personas en la puerta me hablan sobre los cables de luz.

Explican cuestiones de seguridad, de plusvalía y de estética.

Luego piden mi firma extendiéndome un papel.

Hablan de reuniones, de generar compromisos, de gastos compartidos y de considerar todo como una inversión.

Cables de luz, dijeron ellos, nuevamente.

Volvieron a extender el papel.

Ese es el problema.



II.

Firmé.

Para regresar al interior de la casa, firmé.

Preparé café.

Le agregué leche.

Me senté un rato.

Observé por la ventana los cables de luz.

Y junto a ellos otros cables, por supuesto, pero iban todos en el paquete.

Quieren sacar los cables de luz, me dije.

Luego hacer que ellos vayan bajo tierra.

E intenté discernir si aquello era algo bueno o algo malo.



III.

Me dormí en el sillón.

Todavía no eran las diez.

Había puesto un disco de los Beach Boys.

Uno no oficial, lleno de fragmentos y canciones desechadas para otros álbumes.

Escuchándolo me dormí.

Soñé, por supuesto, con cables de luz.

Con verdaderos cables de luz.

Hilos, digamos, casi invisibles.

Estaban en todas partes.

No me atrevía a moverme para no cortarlos.

Ni para tocarlos, en realidad.

Algunos de ellos estaban conectados a mí y al resto de las cosas.

Todo estaba conectado a través de cables de luz.

Incluso tú, querido lector, estabas conectado.

Era un buen sueño, aunque en mi descripción no lo parezca.

Cuando desperté, el disco de los Beach Boys todavía no había terminado.



IV.

En la última canción del disco Brian Wilson da indicaciones a los otros mientras interpretan y transforman una canción de los Rolling Stones.

Uno de eso temas suaves, que no llegaron a ser tan conocidos.

Por la ventana, observo a algunos pájaros parándose sobre los cables.

Ellos también observan en mi dirección.

Soy bueno para reconocer señales, pero nunca he logrado descifrar su significado.

Tal vez no lo tengan, por supuesto.

Vuelvo entonces a pensar si eso que me ocurre es algo bueno o algo malo.

Por supuesto, no llego a conclusión a alguna.

Y tú, por supuesto, tampoco sabes de qué hablo.

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