domingo, 5 de febrero de 2023

Dos cabañas iguales.


Son dos cabañas iguales. Deben tener en cuenta eso. O sea, no iguales, sino opuestas. Exactamente iguales me refiero, pero como si se reflejase una en un espejo. La verdad es que no recuerdo cuál es exactamente la palabra para designar aquello. Cómo sea, lo importante es que consideren eso. Antes de juzgar, me refiero. Antes de acusar y decir que mis acciones fueron premeditadas y que nada de lo que digo es cierto. Traten de construir una imagen. Si van a juzgar, al menos, sean justos y traten de construirla. La mesa del comedor a un costado en una de las cabañas y al costado opuesto en otra. No hay más diferencias. Recuerden que las proporciones y la mesa del comedor en cada caso es la misma. El mismo modelo, me refiero. Y claro, ocurre lo mismo con las habitaciones, el baño y la pequeña cocina. Todo igual, pero en el costado opuesto. Tengan eso en cuenta y agreguen luego otros atenuantes. Incluso si quieren consideren solo la noche. La noche como atenuante, por supuesto. La oscuridad de la noche. El descenso brusco de la temperatura. La angustia incluso inherente a todo aquello. No me digan que no lo han sentido. No finjan ser distintos ni mucho menos, mejores. Luego todo se reduce simplemente a un impulso. Un impulso y una mancha, claro. Una mancha viscosa que cubre el piso y mientras se extiende notas recién que todo está contenido en un espejo. O en algo así como un espejo. Recuerden que se trata de dos cabañas iguales. O sea, no iguales, pero ya saben… Todo en el fondo es un poco así. Principio y fin. Vida y muerte. Sé que pueden entender si se lo proponen. Antes de juzgar, ojalá, puedan entenderlo.

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