domingo, 19 de febrero de 2023

Debiesen obligarnos a elegir.


Debiesen obligarnos a elegir. Para saber quiénes somos debiesen obligarnos a elegir. No porque la elección revele o permita descubrir nuestra naturaleza -que no es tal-, sino muy por el contrario: para ir tanteando quiénes somos y desechando -idealmente-, lo que no. He reflexionado sobre esto. Lo he analizado tantas veces que incluso puedo aventurarme a dar cifras. Esta es mi cifra: una vez al día debiésemos hacer una elección. Sé que tomamos más, pero tal vez confundimos entre nosotros el término y no estamos hablando de lo mismo. En otro tiempo yo mismo podía discutir esa cifra diciendo que a cada instante elegimos, por ejemplo, no estar muertos. Es decir, elegimos todo el tiempo -si somos conscientes, al menos-, no poner fin a nuestra existencia. Sin embargo, con el tiempo he comprendido que esa no es necesariamente, una elección. Pueden creerme, si así quieren, aunque no comprendan. Yo mismo, muchas veces, no me comprendo del todo. E igual avanzo, aunque no comprenda. Llegado a este punto, podría decirles que un ejemplo certero de la elección a la que apunto podría ser el ser honesto o no durante el día que elegimos. Sin matices. Serlo o no serlo, simplemente, para distinguir la diferencia. Para aprenderla, digamos, y luego hacernos cargo. Eso, al menos, debiesen obligarnos a elegir. Con eso bastaría, según mis cálculos.

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