viernes, 17 de febrero de 2023

Vamos a ver, le dije.


Vamos a ver, le dije.

No a vernos, si no a ver.

Fuera de nosotros, le aclaré.

Tampoco a observarnos uno al otro.

Vamos a ver qué ocurre, fue lo que le dije.

Exactamente fue eso, ahora que recuerdo.

Entonces, ella me miró extraño.

Había comprendido, pensé.

Había comprendido y tal vez por eso me miró extraño.

Yo le respondí la mirada y luego la desviamos más o menos al mismo tiempo.

La redirigimos, digamos.

Y claro, fue recién entonces que vimos.

O sea, miramos en direcciones opuestas, en principio.

Luego pasó un rato.

Y recién entonces vimos.

Todo esto, por supuesto, sin planearlo.

Sin planearlo juntos, me refiero.

O al menos, sin planear lo mismo.

Así fue como ocurrió, puedo jurarlo.

No sé bien por qué, pero podría jurarlo.

No se bien por qué cosa juraría, me refiero.

Disculpen si confundo, al decirlo así.

Pero así hablo yo cuando algo digo.

Seguro estoy en todo caso que el que desea entender, entiende.

¿Quieren saber más?

Pues bien:

Ocurre que después de esto, no hablamos de lo que vimos.

O no necesitamos hablarlo, más bien.

Era innecesario hacerlo, pensé yo, al menos.

Ella no sé por qué calló.

Recuerdo que no se veía triste, pero yo comprendí igualmente que sí lo estaba.

Soy bueno para esas cosas.

Mi tristeza, sin embargo, no sé si ella la comprendió.

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