viernes, 24 de febrero de 2023

Gente que habla de sus hijos.


Gente que habla de sus hijos.

Siempre encuentras gente que habla de sus hijos.

Aunque no quieras, los encuentras.

De hecho, puedes reconocerlos incluso antes de que hablen.

Basta con estar atentos y observar con disimulo.

Sus movimientos, sus gestos… la forma en que se posicionan, ante los otros.

Yo a veces hago apuestas, con amigos, antes de que hablen.

No solo acierto a que hablarán de sus hijos, sino que identifico, por ejemplo, el número de ellos.

Sus edades, sus logros, su género.

Las injusticias a las que han sido sometidos y, claro está, sus supuestas virtudes.

Este, de hecho, suele ser el centro de las apuestas.

Generalmente no lo cuento, pero una de las claves es su tono de voz.

El tono y el punto en que fijan la vista cuando comienzan a hablar de ellos.

Entonces yo los observo.

Descubro, en primera instancia, lo que no son sus hijos.

A veces, de paso, me detengo en su desencanto.

Y los descubro, ante todo, hablando de sí mismos.

Y es que suelen ser egoístas los que hablan de sus hijos.

Egoístas y cobardes, como la mayoría de nosotros.

Generalmente me apena escucharlos.

Algunos incluso, ni siquiera tienen hijos.

Todos mienten, sin embargo.

Incluso los que tienen, me refiero.

Así y todo, no los culpo.

Es entendible, después de todo, si lo pensamos un poco.

Yo, al menos, intento comprenderlos.

Actúan así porque entienden mal lo que es el amor.

Eso es lo que me digo.

Y porque no hay nadie que haya hablado, en nuestra vida, verdaderamente de nosotros.

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