sábado, 18 de diciembre de 2021

¿Qué pensabas hacer si te decíamos que no?

“-Yo hablo de una proposición distinta,
una cuya aceptación no implique una renuncia
ni un acuerdo,
sino justamente algo similar a lo contrario…”
O. W.


-Ya sellamos el acuerdo y te felicito, pero… ¿puedo preguntarte algo?

-Claro. No hay problema.

-¿Qué pensabas hacer si te decíamos que no?

-¿Cómo?

-Ya sabes, ¿qué hubieses hecho si nos negábamos rotundamente a tu solicitud?

-Eh… pues no sé. No me planteé nunca esa posibilidad.

-Pero era una posibilidad que existía.

-No… no existía. No ocurrió, me refiero. No existió. A lo mejor no debiese conjugarse de esa forma ese verbo.

-No, creo que nos entiende mal… No nos referimos a que la negativa haya existido concretamente. Queremos decir que existió como posibilidad…. Potencialmente, digamos.

-Pero entonces no existió… Disculpe que sea exigente con el uso del lenguaje… No es mi intención polemizar, solo digo que si fue una posibilidad no existió… Decir que las posibilidades o supuestos existen sería justamente negar su condición de supuestos, y la palabra existencia, al mismo tiempo, tendría menos fuerza, perdería su sentido…

-¿Habla usted en serio?

-Claro… disculpe mi rigidez en esto, pero aceptar palabras así, a la ligera, como puntos de origen para divagar sobre cosas que no existen me parece absurdo y sobre todo injusto con todo aquello que sí existe, y que, de la forma en que ustedes lo plantean, es despojado del valor subyacente a la existencia, relativizando así la importancia de este concepto a partir de la falacia de las supuestas formas de existir, que vendría a justificar el uso de esta palabra con cualquier ocurrencia o disparate que no tiene cabida en la realidad de los hechos. Del mundo en sí, digamos.

-Eh…

-¿Puedo retirarme ahora?

-Sí, por supuesto que puede, pero nos gustaría…

-Hasta luego, entonces. Gracias por aceptar mi propuesta.

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