martes, 14 de diciembre de 2021

No me haga decirlo de otra forma.


No me haga decirlo de otra forma. Yo sé que usted me entiende. A lo mejor ni me escucha, pero de todas formas me entiende. Por eso no me explayo sobre el tema en sí y ando así como por los bordes. Me acuerdo de una vez, a todo esto, en que caminaba justamente por los bordes. Físicamente, esa vez. Un montón de años atrás, por cierto, y era por los bordes de una piscina. Había ido con un par de amigos que, según recuerdo, tenían convenio en aquel lugar. La piscina era amplia y había un gran número de personas en ella, tantas que yo, separado de mis amigos en ese momento, comencé a caminar por fuera, por el borde digamos. Y claro, como estaba descalzo y la zona estaba húmeda, hubo un momento en que resbalé y caí de espaldas fuertemente, golpeándome la cabeza en el suelo. El punto es que me puse de pie muy rápido en esa oportunidad, y a pesar del dolor traté de ignorar lo ocurrido, dando otros pasos y observando mi entorno, fingiendo que nada había ocurrido. Sorprendentemente, nadie de los que estaba en la piscina parecía haberse percatado de mi caída. Observaba a todos y nadie parecía verme, ni siquiera mis amigos, que divisé en el otro extremo, en la zona más honda. Poco después llegué hasta donde estaban ellos y decidí no decirles nada del asunto, aunque todavía me sentía algo mareado y el dolor persistía. No recuerdo nada más, por cierto, salvo que al salir de la piscina y pasar por el lugar de la caída uno de mis amigos comentó ver un poco de sangre en el piso, aunque yo, si había sangrado, no me percaté en absoluto. Como ve, no es una gran historia, pero se relacionaba justamente con los bordes. Y con eso que le decía sobre que usted me entiende, aunque yo hable de esta forma. Supongo que es porque los bordes dibujan algo, después de todo. O no sé. Igualmente, usted me entiende. O al menos eso percibo. No me haga decirlo de otra forma.

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