sábado, 10 de julio de 2021

¿Por qué no ladra Scooby Doo?


Recuerdo haber pensado esto de pequeño y hasta haber titulado así una especie de collage que presenté, haciéndome el interesante, en uno de los pocos encuentros que logramos realizar en la ya casi desaparecida fundación Otto Wingarden.

El collage, por cierto, reunía una serie de referencias a eventos cotidianos de distinto tipo, aunque también reemplazaba en ocasiones el rostro de algunas personas por el de Wittgenstein, lo que parecía dar la clave a la interpretación más obvia que sugería mi trabajo.

En esa oportunidad, la conversación nos llevó también a reflexionar sobre la cobardía de Scooby Doo, llegando a la conclusión que el lenguaje que había aprendido esta caricatura -y que lo llevaba a balbucear algunas palabras en situaciones casi siempre desesperadas-, era la puerta por la cuál ingresaba la cobardía y otras emociones ajenas a la naturaleza primera de este personaje.

Recuerdo que estuvimos así varias horas, bebiendo y hablando sobre cuestiones de esa índole hasta que -supongo-, todo comenzó a perder sentido, o a revelar más bien que nunca lo tuvo, revelándonos al mismo tiempo que la razón principal por la que no ladraba Scooby Doo era la misma razón que nos llevaba, entonces, a dejar inconcluso aquel encuentro. Y que nos llevó, con el tiempo, a la casi desaparición de esta fundación que mencionaba en un inicio. Y hasta al final abrupto, ahora, de este text

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