miércoles, 21 de julio de 2021

A pesar de su naturaleza.


Anotaba en un cuaderno una serie de textos que no tenían luz.

Historias proscritas, según él.

Frases inconexas.

Pensamientos no acabados.

Preguntas ilegítimas, incluso.

Escribió, por ejemplo, una pequeña novela en la que cada uno de sus párrafos iniciaba con la misma sentencia:

A pesar de su naturaleza.

Cien párrafos, exactamente, comenzados de esa forma.

Nunca la dejó ver.

Y es que sentía orgullo y vergüenza al mismo tiempo, al hablar de todo aquello.

Sensaciones que habrían terminado por ahogarlo si no hubiese podido él, ciertamente, fabricar su propio oxígeno.

Pueden pensar que exagero, pero en medio de todo aquello sé a ciencia cierta que lo fabricaba.

Así fue cómo se salvó.

A pesar de su naturaleza, se salvó.

No son metáforas.

Son maneras, simplemente, en que puede expresarse una verdad oscura.

¿Qué…?

¿No les gusta así?

¿Preguntan si puede decirse de otra forma?

Pues sí, puede decirse de manera más directa, si se quiere.

Se salvó porque aprendió a mentir.

Sobrevivió, digamos, de esa forma.

A pesar de su naturaleza, sobrevivió.

Retrocedió unos pasos.

Se refugió en el rincón de una hénide gastada.

Se contuvo.

Como un gigante que intenta ponerse los zapatos de un enano, se contuvo.

¿Qué…?

¿No se entiende todavía?

Si pudiese explicarlo mejor, créanme que lo haría.

Una hénide, por cierto, es un conjunto de datos psíquicos anterior a una idea.

Pero sin corazón ni piedad para entender, eso es algo que no nos aporta demasiado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales