jueves, 22 de julio de 2021

A Wittgenstein más que a la guerra.


I.

La nieve está bien de esa forma.

Déjala así.

Que se convierta en agua sucia por sí misma.

No cargues con la culpa de su pérdida de pureza.

Ni siquiera ocupes, si puedes, esa palabra.

No generes una avalancha.

Todo eso es innecesario.

Triste e innecesario.

Déjala así y hablemos de otra cosa.

Cosas simples, esta vez.

Solo proposiciones primitivas, si estás de acuerdo.

Esa es mi propuesta.


II.

No discutamos, ojalá, si hablamos de otras cosas.

Evitemos un disgusto.

Pactemos antes, para evitar distancias y desavenencias.

Asumamos como ciertas (si estás de acuerdo) nuestras proposiciones.

Ciertas y vinculadas con la verdad, que es siempre ajena.

Aunque no tengamos pruebas asumamos que son ciertas.

Esa es, ahora, mi propuesta.

No puedo prometer que resulte, pero al menos acepto lo siguiente:

Probablemente, no hay rinocerontes en este cuarto.



III.

Quienes nos escuchen entonces, estarán extrañados.

Dirán, por ejemplo:

Están hablando de hechos, no de cosas.

Nos pensarán borrachos.

Nos juzgarán indefensos.

Mientras lo hacen, deberemos ignorar, por cierto, todo aquello.

Ignorarlos y centrarnos en acciones emocionalmente concretas.

Maldecir, aullar y cantar, por ejemplo.

No sé si soy claro.

Lo desconozco, pero esa es mi propuesta.

Si falta algo que no sea pasión.

Que no sea sangre lo que falte.

Por último, si se asustan, les diremos que se calmen.

Que aquí no hay heridos.

Que esto se debió a Wittgenstein más que a la guerra, a fin de cuentas.

Si estás de acuerdo, por supuesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales