jueves, 8 de julio de 2021

En un traje de oso.


M. trabajó tres semanas en un supermercado, promocionando una nueva marca de miel, dentro de un traje de oso.

Al parecer, la idea original era promocionarla con chicas vestidas de abeja, pero habían desechado este plan porque ya en su última campaña habían sido acusados de explotar demasiado a las jóvenes y promover conductas sexistas.

Como el traje le dejaba bastante espacio y no lo vigilaban demasiado, M. aprovechó de sacar varios productos del supermercado, durante esas dos semanas.

Productos gourmet, mayormente, que pensó podía revender entre sus amigos o cambiarlos, al menos, por otras cosas que pudiese necesitar.

Tenía permiso para sacarse el traje cada 90 minutos y tomarse un pequeño descanso, en el que dejaba los productos en el bolso en que llevaba ropa de cambio, y que llenó de productos cada día durante esas tres semanas.

Un solo guardia sospecho de él, durante aquel tiempo, pero finalmente no hizo nada pues él mismo sacaba alguna cosa de vez en cuando, y prefirió dejarlo pasar.

Fue unos días después de terminar el trabajo cuando M. llamó a sus amigos y les envió fotos de los productos, que ofreció venderles por un tercio del valor real.

En un principio le costó, pero luego de un tiempo logró vender todo.

No hizo nada trascendente con las ganancias, pero al menos no tuvo complicación alguna.

También se quedó con el disfraz de oso, que permanece aún en su cuarto arrojado en un rincón, como un animal muerto.

M. piensa que en la vida, ciertamente, nada tiene moraleja.

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