domingo, 25 de julio de 2021

Descubrí algo.


No te sientes junto a la chimenea para calentarte. Puede que tengas frío, pero no lo haces para eso. Lo que haces realmente es esperar que se consuma el fuego. Aunque no lo reconozcas te gusta ver cómo decrecen las llamas, cómo desaparecen las cosas… De qué forma se consume el tiempo. ¿Cómo lo sé? Simplemente observo. Todo el tiempo te observo. Tú no te das cuenta, por supuesto, porque diriges tu mirada al fuego. Si eres honesta y lo piensas, no serías capaz de estar ahí sin mirarlo. Tampoco le darías la espalda, por ejemplo. En un inicio, pensaba que admirabas la fuerza de las llamas, pero ahora te conozco y sé que observas otra cosa. El deterioro constante. El desgaste. Algo así como el fin del mundo en un espacio pequeño. Dirás que no si te lo digo, pero aceptarás más adelante. Cuando seas honesta y reconozcas en aquello la misma sensación que te lleva a mirar relojes, hablar sobre cómo crecen los niños o a pasar los dedos sobre el desgaste de las cosas. Creo que sabes de qué hablo: la textura de las telas, las arrugas en la piel… todo parece tener pequeñas grietas. Aunque no seas consciente, ya lo has descubierto. Sí, mirar el fuego es para ti ser testigo del desgaste físico que provoca el tiempo. Observas a tu madre. Ya no escuchas ladrar al perro. ¿Y sabes? Me doy cuenta que hasta lees esto de la misma forma. No me enojo, en todo caso. Intento comprenderlo, simplemente. Y me comprendo.

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