lunes, 7 de junio de 2021

Vivir con ello.


Me desperté de pronto arriba de un avión.

Bueno no arriba, sino adentro, pero supongo que se entiende.

Estaba mareado.

Me costó unos minutos recordar hacia donde me dirigía.

El por qué y el para qué, sin embargo, no lo recordé nunca.


Entonces desperté fuera del avión.

En navidad, confundido, pues poco entendía.

Sin idioma común, sin transporte, incluso, al menos aquel día.

Por suerte, alguien que dijo conocerme me llevó en auto hasta otro sitio.

Hasta ahí me acuerdo, más o menos.


Después de eso apenas recuerdo flashes.

Supongo que cerré los ojos, igual que los niños, cuando tienen miedo.

Quise sentir y no sentir, y descubrí que no se puede.

Quise creer, también, y descubrí que no se puede.

Luego me dormí, vuelto hacia una pared fría.


Salía a caminar, de vez en cuando.

De eso me acuerdo perfectamente.

Era bueno el frío, para no pensar.

Una vez me encontré de frente con un zorro en medio de la nieve.

Luego dudé si es que era cierto.


Semanas después me desperté de nuevo arriba de un avión.

Bueno no arriba, sino adentro, pero supongo que se entiende.

Un dolor en el pecho no me dejaba en paz.

Nunca más me dejó en paz, si soy sincero.

Pero he aprendido a vivir con ello.

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