viernes, 11 de junio de 2021

Ese robot estuvo en casa por seis años.


Ese robot estuvo en casa por seis años.

Apagado casi siempre, pero al menos en presencia, estaba ahí.

Tenía luces y estaba programado para responder a algunas palabras.

Ante ellas, debía realizar algunos movimientos o funciones que podían ser de cierta utilidad.

Cuando me lo dieron, me entregaron un manual donde indicaban todo aquello.

Nunca quise, sin embargo, pronunciar esas palabras.

Preferí tenerlo ahí, sin uso, aunque debo reconocer que de vez en cuando lo encendía.

Cuando lo hacía, lo dejaba así unas cuantas semanas, hasta que se descargaba su batería, y era necesario volverla a cargar.

Tenía un nombre en alemán, que prefiero guardar en secreto.

Lo cambié de ubicación tres o cuatro veces, pero siempre lo ubiqué cerca de una planta.

No sé por qué, pero me gustaba verlo así, cerca de algo que crecía de forma natural.

Cuando desapareció, hace unos días, pensé incluso que afectaría al crecimiento de la planta que estaba a su lado.

Era un gomero, pequeño, que por alguna razón había dejado caer sus hojas, sin ninguna explicación.

Ahora está solo el gomero, sin hojas, y el espacio vacío en que estaba antes, el robot.

Sé que no desapareció por su cuenta, aunque encuentro extraño que alguien se lo haya robado.

Tal vez me ocurra como con esas otras cosas que han comenzado a desaparecer, y que poco a poco cuestiono si existieron realmente, o si solo las imaginé durante un tiempo.

Un día tuve un blog, diré de esta forma, un día próximo.

Y el olvido será tranquilo, sin culpas y yo sonreiré al pensar, que se ha marchado por su cuenta.

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