viernes, 25 de junio de 2021

No me malentiendas.


No me malentiendas, le dije.

No digo que esté bien ni que esté mal.

No juzgo lo que haces.

Solo digo que tus acciones y tus palabras difieren de vez en cuando.

Que te muerdes la lengua cuando no sabes qué decir.

Y que la sangre deja un sabor metálico en las palabras.

No es una crítica, es un hecho simple, entre tantos otros.

No es necesario justificarse ni agregar nada más.

No me malentiendas, le dije.


Estaré igualmente junto a ti y seré leal a mi manera.

Sin embargo, me gustaría establecer algunos puntos:

No invocaré dioses ni haré rogativas.

No sostendré tu mano.

Tendrás miedo simplemente porque hay que tener miedo.

Porque llegó la vejez y las respuestas que esperabas no aparecieron.

No iré a buscarlas por ti ni podrás ir tú ni enviarás a otros.

Te resignarás, aunque no quieras.

Y yo seré leal, a esa resignación.


No me malentiendas, le dije.

O se lo repetí, más bien, luego de un tiempo que me pareció prudente.

No digo que esté bien ni que esté mal.

No juzgo lo que haces.

Solo digo que tus acciones y tus palabras difieren de vez en cuando.

Después de todo, vas a morir de igual forma.

Y no habrás entendido una mierda.

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