viernes, 4 de junio de 2021

Un regalo con mi nombre.


Un regalo con mi nombre.

Un regalo con mi nombre, que no era para mí.

Eso es lo que encuentro.

Si busco, eso es lo que encuentro.

Tal vez por eso no me guste buscar.

O no me convence hacerlo.

Además, luego está la obligación.

La obligación de abrirlo.

La obligación de agradecerlo.

La obligación del rito, en resumen, aunque sabes que el regalo no era para ti.

¡Cuántas veces he pasado por esto…!

No sé ustedes, pero a mí me agota profundamente.

Recibir esto que no es mío, me refiero.

La vida como un cheque al portador.

O con un nombre, que designa algo distinto a lo que eres.

A eso es lo que me niego.

Puede parecer que me gusta la tragedia.

Puede parecer que me doy más importancia de la que tengo en realidad.

Ni siquiera voy a discutir sobre aquello.

Acepto las palabras porque ni siquiera tienen peso.

Ocurre así simplemente, a fin de cuentas:

Mi nombre en un regalo.

Mi nombre en un regalo que no me pertenece.

Que no me pertenece y cuya renuncia me es negada.

Después de todo, yo también debo entrar en el juego.

Un puente cuyos dos extremos dan al mismo sitio.

Eso es todo lo que tengo.

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