martes, 8 de junio de 2021

Béisbol.


Jugué béisbol un tiempo.

Poco tiempo, en realidad.

Y jugaba mal, por supuesto.

Iba más que nada para acompañar a unos amigos a quienes siempre les faltaban jugadores.

No entrenaba.

No tenía implementos.

Lanzando y recepcionando era pésimo.

Sin embargo, en el bateo, a veces lograba golpear algunas.

Algunas pocas, en realidad.

Y no las lanzaba demasiado lejos.

Pero el caso es que las golpeaba.

Y al menos alcanzaba a llegar a primera base y provocar el movimiento de otros jugadores, si es que había otros, por supuesto, desde antes.

Ayudé así a hacer algunas carreras, aunque lo cierto es que nunca, en lo personal, logré pasar tercera base.

Debo reconocer que me bloqueaba estando ahí.

Varias veces pude hacer carrera, pero terminaba quedándome en sitio.

Por lo mismo, a veces llegué a provocar un descalabro mayor, provocando un out innecesario para mi propio equipo.

Y desperdiciando, mayormente, otras opciones de triunfo.

Si bien nadie se percató en un inicio de ese problema, con el tiempo algunos comenzaron a fijarse.

No tenía problemas para avanzar a segunda o a tercera, pero ir por la carrera me frenaba, aunque no sabría decir por qué.

Viéndolo a la distancia, debo reconocer que me boqueaba, estado ahí.

Aunque ducho bloqueo no surgía de nervios o temores, sino más bien de una pérdida de interés en lograr la carrera.

Como si con el esfuerzo anterior hubiese bastado, y no valiese la pena, realmente, el triunfo al final del camino.

Obviamente, estas son impresiones que tengo a la distancia, y puede que todo se haya deformado, con el tiempo.

Eso es algo que -he aprendido-, suele ocurrir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales