lunes, 14 de junio de 2021

Un camello.


Terminé el día viendo una película polaca donde un tipo paseaba, como si fuese un perro, a un gran camello.

Era una película de hace unos 20 años, que al parecer se basó en un guion abandonado por Kiesslowski, muchos años atrás.

De hecho, creo que el día iba a pasar sin más, cuando me detuvo -a punto de abandonarlo-, esta extraña película polaca.

No es que me llamara profundamente a la reflexión o que me iluminará intelectual o espiritualmente -tal vez la asociación con Kiesslowski pudiese desviarnos en esa dirección-, pero al menos me detuvo un poco antes de dar por cerrado el día, del cual no estaba dispuesto a guardar mucho en la memoria.

Ahora, al menos, guardo un par de imágenes de la película polaca.

Una de esas imágenes es el tipo polaco en cuestión paseando orgullosamente el camello. Orgulloso no solo de las miradas de los otros habitantes de la ciudad, sino también del animal mismo y de la relación que se establece entre ambos. De hecho, si soy riguroso, el personaje en cuestión dice no pasear al camello, es decir, aclara y destaca que el camello no lo sigue, sino que va con él -junto a él-, entre los otros.

Otra imagen, que probablemente se desvanecerá tarde o temprano, es la del hombre y su esposa buscando al camello -por razones que no detallaré acá-, y la visita final a un zoológico en el que se establece un contacto estrecho entre esta pareja y otros animales.

En síntesis, ¿es buena o mala la película polaca?

¿Bueno o malo el día, a final de cuentas?

Digamos simplemente que hoy no anduve a la par del día y que me fui quedando atrás.

¡Ah…! Y vi un camello.

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