-Mi nombre no importa, pero tengo 24 años y soy
paraguayo. Soy pobre por opción. Duermo bajo las estrellas cuatro días por
semana. He escuchado más historias de las que puedas imaginar y cada voz ha
golpeado en mí como un martillo... y bueno, creo que ya estoy listo.
-¿Para qué?
-Paraguayo.
-No, yo me refiero a sus propósitos, sus objetivos…
-Estoy listo para todo. Ustedes dicen y yo voy con
ustedes. Tengo algunas habilidades. Soy silencioso, subterráneo. Ustedes me
disparan y yo soy la bala. Me muevo como la sangre y estallo cuando me digan para
que se desangre esta porquería…
-¿Por qué?
-Porquería.
-No… yo me refería a sus razones… o sea, ¿por qué hacer
todo eso?
-Porque es necesario. Estoy seguro que todos nacemos
para eso, pero al menos yo he podido darme cuenta… No todos nos
damos cuenta. Por eso valoro en ustedes su condición, no la tiene cualquiera…
-¿Cuál?
-Cualquiera.
-No, ¿cuál condición es la que tengo,
supuestamente?
-La condición correcta… La de estar dispuesto a
todo. Sé que tú juntas rabia, que finges… que buscas gente como yo, en el fondo…
sabes jugar, además, sabes disimular… así es como se ha de formar finalmente el
verdadero ejército… Tú necesitas de mí, si lo piensas, como un auto necesita de
un parachoques…
-¿Para qué?
-Parachoques, ya te dije.
-…
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