miércoles, 6 de junio de 2012

El síndrome Tarzán.


I.

Creo que fue Wingarden el que lo menciona en un libro sobre la sensación postmoderna. Me refiero al síndrome Tarzán, ni más ni menos. Ahí, según recuerdo, él hacía referencia a un fenómeno que nada tenía que ver con andar en taparrabos ni pelear mano a mano con leones, sino que apuntaba a la necesidad imperiosa que tenía Tarzán, de saltar de liana en liana.

Y es que Wingarden explicaba que el cambio de liana típico de Tarzán –ese avance por la selva inmortalizado al interior de un gran número de películas-, se debía a que resultaba imposible permanecer en una de ellas; es decir, el hombre mono debía pasar de una en otra ya que las lianas hubiesen cedido si se hubiese quedado de forma fija en una de ellas.

Ahora bien, no sé si será exacto ese dato de Wingarden, pero lo importante en su propuesta era la relación que establecía entre la falta de un soporte real, reflejado en las lianas, con la forma en que algunos sujetos buscarían sin éxito, ya no un sistema de creencias, sino un soporte mínimo que les permita descansar un momento, al menos, de la angustia que origina la falta de certezas.

Con todo, recuerdo que el asunto de fondo en todo esto –más aún que la falta de certezas-, podía abordarse desde dos puntos de vista principales. El primero, era cuestionarse a qué cosas estaban asidas realmente estas lianas –Wingarden lo relacionaba con la idea de un Dios, pero lo cierto es que podría relacionarse con un gran número de instituciones o grupos que respalden nuestras acciones-; mientras que el segundo decía relación con la dirección que seguimos en nuestro ir de liana en liana, cuestionándonos así, la posibilidad de que aquel movimiento forme o no parte de un avance, o se integre a una idea de sentido, más amplio.


II.

Hoy me acordaba del síndrome Tarzán.

Por eso fue que busqué en mi memoria de dónde venía aquel concepto.

Y es que de un momento a otro tuve la pequeña iluminación que me llevó a entender que quizá éramos nosotros mismos los que sujetamos nuestras propias lianas.

Es decir, todas nuestras lianas estaban precariamente asidas a una serie de pequeñas creencias que no eran capaces, sin embargo, de sostenernos por mucho tiempo…

Asimismo, las lianas a las que nos movemos quizá también sean nuevas creaciones –me dije-, pequeñas creencias que seguimos inventando, pero en las que no depositamos demasiada fe, y que ceden de inmediato, debido a esto, apenas cargamos nuestro peso en ellas.

Trabajo, relaciones afectivas, posesiones, pequeños viajes… ¡cuántas nuevas lianas que no eran capaces de sostener nuestro peso por mucho tiempo…!


III.

¿Y qué pasa con uno mismo?, me pregunté entonces.

¿Cuáles son mis lianas si descarto de plano el trabajo, las relaciones afectivas, las posesiones y hasta los pequeños viajes… en las que por lo demás no ceo?

Porque claro, a mis libros no los pongo en duda.

Es decir, la humanidad entera podría colgarse de Luz de Agosto, o de Al este de Edén, o de Los hermanos Karamazov, ellos sí que son firmes… pero ¿cuáles eran mis propias lianas?

Y bueno, fue así que finalmente vine a dar con lo más obvio: esto que usted lee, me refiero… el blog mismo… cada una de estas entradas de las que salto día a día porque quizá no son capaces de sostenerme, por separado, y debo inventarme nuevas día a día, para no venirme abajo…

Y es que a fin de cuentas, como usted verá, no soy ajeno al síndrome Tarzán, ni tampoco soy lo suficientemente valiente como para probar la verdadera resistencia de mis lianas.

Con todo –precarias incluso, me refiero-, quiero creer que a veces las construimos para que otros puedan colgarse cuando anden medios escasos de lianas propias…

Y es que esa es, finalmente, la invitación que quería hacerles, y el objetivo que, más allá de uno, tiene secretamente el escribir acá cada día…

Bueno, no tan secretamente ahora, es cierto… pero casi.

3 comentarios:

  1. Tenía el animo bien abajo, ahora está un poquito mas arriba, gracias por tantas lianas.

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  2. Suerte... y las gracias a Wingarden!

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  3. Maria Cristina Nemes28 de febrero de 2016, 8:48

    parece que fui eu que escrevi...de tanto que me sinto assim

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