“Aquí yace Moliére, el rey de los actores.
En este momento hace de muerto
y de verdad que lo hace bien”.
Epitafio de Jean-Baptiste Poquelin.
I.
Jean-Baptiste tenía razón.
Y es que no hay que estar enfermo, para estar muriendo.
Argante lo sabía bien y por eso les mentía a todos
para que lo siguieran rodeando.
Y claro, también el mismo Jean-Baptiste al momento
de su muerte.
Así, haciendo morisquetas y bailando un
contrapunto, resultó que de un momento a otro él mismo descubrió que estaba
envuelto en una mortaja amarilla.
II.
Jean-Baptiste:
(Acostado, en un dormitorio aparentemente
enclavado en una biblioteca) Oh mi buen Vian… ¿Podrías acaso acercarte a
este moribundo…?
Vian: (Interrumpiendo) Usted no está moribundo,
Jean-Baptiste…
Jean
Baptiste: No se está moribundo, Vian… Se es moribundo. Todos somos
moribundos.
Vian: (Reflexionando) Quizá sea cierto… Yo
cuando reviso pruebas soy sin duda un moribundo…
Jean-Baptiste:
De todas formas mi moribundez apremia, buen Vian.
Vian: (Ingenuo) ¿Su moribundez…?
Jean-Baptiste:
Sí, Vian… mi moribundez es apremiante y aguda y crítica y crónica…
Vian:
¿Todo junto?
Jean-Baptiste:
Todo todito, Vian… y quiero de ti un favor…
Vian: (Al público) Este cree que yo soy de los
que creo…
Jean-Baptiste:
¿Decías?
Vian:
Decía que claro que lo haré… ya lo creo.
Jean-Baptiste:
Oh buen Vian… si todo sale bien, el Dios de los santos moribundos te bendecirá
con una mujer fiel y voluptuosa…
Vian: (Aparte) No me gustan las mujeres fieles…
esas son doblemente moribundas y no lo saben…
Jean-Baptiste:
(Dándose cuenta que Vian se distrae con
facilidad) ¿Estás concentrado ya, para pedirte el favor?
Vian: (Un tanto desconfiado) Preparado… pero le
advierto que no diré que sí a cualquier cochinada que se le ocurra…
Jean-Baptiste:
(Interrumpiendo, cortante) Escucha,
Vian: quiero que me reordenes en tu biblioteca.
Vian:
¿Cómo?
Jean-Baptiste:
Quiero que me reordenes… que ubiques mis libros en un sitio distinto al que los
tienes ahora…
Vian: (Tras pensarlo brevemente) Pero es que si los saco de ahí se van a desnivelar los muebles…
Jean-Baptiste:
¡¿Usas mis libros de soportes…?!
Vian: (Defendiéndose) Pero es una posición importante…
entienda… sin ellos todo se vendría abajo…
Jean-Baptiste:
(Sin escuchar y agitándose en la cama)
¡Mis libros como soportes…! ¡Sacrilegio…! ¡Merde, merde…!
Vian: (Calmándolo, infructuosamente) Pero señor
Moliére, entiéndalo… no es una ofensa, es… es…
En ese
momento se apagan bruscamente las luces y se escucha una explosión. Luego, al
volver la iluminación, se observa a Vian recogiendo los restos de Jean-Baptiste,
junto a una serie de hojas que aparentemente eran pruebas de alumnos del señor
Vian.
Vian: (Hablándole a los restos, mientras termina de
recogerlos) No sé si me escucha Jean-Baptiste, o si ya es tarde, pero sea
como sea creo que ha entendido usted mal una serie de cosas… (Vian encuentra una oreja y se acerca a
hablarle directamente) Y es que verá usted… bueno, oirá más bien… pero como
le decía: usted no está moribundo, Jean-Baptiste… el moribundo es el mundo… ya
oyó que hasta salió rima… y las verdades siempre son en rima, ya lo sabe usted…
Y es más, me comprometo a regalarle una canción pequeña, para que me perdone…
me oye, Jean-Baptiste…
III.
Canción de Jean-Baptiste.
(*Se canta a ritmo de reggaeton y se perrea hasta
abajo)
Ya partiste, Jean Baptiste,
¡Qué triste!
Y pensar que de amarillo
Te dormiste
¡Qué chiquillo!
Te saltaste el estribillo
¡Qué despiste!
Pero ahora
Las mujeres lindas se desvisten
¡sin demora!
Esta es la canción de Jean-Baptiste
¡y qué dijiste!
Bailaste y sudaste
Y de golpe te dormiste
¡No estés triste, Jean-Baptiste!
Hace honor al que tú fuiste…
(*La letra se repite dos veces, sin alterar el ritmo)
Si no hubiese explotado antes, Jean Baptiste lo hacía luego escuchar su canción jajaja
ResponderEliminarMe saco el sombrero (en el sentido metafórico, porque no uso)ante tu desacartonada creatividad!
Un abrazo.
Gracias. Saludos.
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