Querido míster Kelly:
Le escribo porque no me gusta despedirme así,
volteándome simplemente y sin dar explicaciones. Es decir, lo he hecho otras
veces, es cierto, pero no me gustaría hacerlo de ese modo, con usted.
Sé que no me conoce, claro, y que muerto como está
de poco puedan servir, concretamente, estas líneas, pero creo que si no le
hablo abiertamente nunca lograré asimilar esa decepción que se instaló en mí
cuando comprendí lo que hoy vengo a reclamarle.
Y es que usted me mintió, míster Kelly.
Es decir, yo lo veía bailar en las películas y
parecía ser usted como una llave para combatir la tristeza del mundo…
Sé que suena cursi, lo admito, pero no tengo otro
modo de decirlo y ya no hay tiempo para escoger las palabras con cuidado.
Quizá por eso, le digo simplemente que me mintió
cuando la falta es mucho mayor, y uno hasta siente vergüenza de esa esperanza
que depositó en algo tan simple como un baile...
Porque claro, la vida no terminó siendo un musical
ni mucho menos… Nadie bailó, de hecho, míster Kelly…
Y sí, yo lo intenté, ¿sabe?, lo intenté pero siempre
terminé tropezándome con mis propios pies…
Y es que la verdad es que soy torpe, y por si fuera
poco, soy especialmente torpe con aquello en que deposito mis esperanzas… con
aquello que amo, incluso, o que espero...
Y claro, intenté entonces creer en su baile como si
fuese una consigna… como la del farolero con que se encuentra el principito y
que encendía y apagaba su farol cada minuto…
Pero usted dejó de bailar, y lo cierto es que nunca
pude encontrar a alguien que siguiese una consigna sin fallar, o sin que
terminasen –sus acciones-, dando beneficios para ellos mismos.
Con todo, no crea usted que me doy por vencido o
que no busco creer en algo… De hecho, yo mismo prendo y apago mi farol
infaltablemente, aunque cada vez me duele más sentir que falta un para qué…
¡Y es que me he vuelto torpe incluso para creer en
aquello que debiese moverme…!
Así, –y tómelo si quiere como un medio para
compensar sus mentiras-, me gustaría preguntarle algo en que pensaba el otro
día…
¿Bailan del otro lado?
Disculpe que sea así, tan imprudente… pero sería
lindo si así fuese, ¿no cree?
Es decir, note que di por hecho la pregunta más
obvia referente a la existencia de ese otro sitio y simplemente le pido una
confidencia… ¿funcionan las coreografías esas, en el otro lado?
No es que quiera apurar la ida, no crea… no soy de
esos, pero lo cierto es que a veces necesito algo en qué creer y no me queda
mucho tiempo, para buscarlo.
Y sí, estoy decepcionado y cansado y hasta con
ganas de no hablarle… pero no crea usted que no lo quiero… o que no voy a
intentarlo nuevamente…
Y es que esa debe ser la consigna, después de todo…
intentarlo siempre, me refiero, porque algo en uno lo pide.
Sí, sería una linda consigna, si fuese aquella...
Disculpe que no diga más.
Ojalá hablemos, otro día.
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