Es triste, pero es cierto.
Ya nadie la teme a Virginia Woolf.
Y claro,
algunos hasta lo dicen con orgullo
y satisfechos de sí mismos.
Así,
se ríen del paraguas,
critican la poca verosimilitud,
y hasta califican de insulsos aquellos diálogos…
Pero claro, ellos no saben,
todavía.
Y es que Virginia Woolf acecha,
-aunque no lo admitamos-,
en el bosque que nos separa
de lo que creímos en algún momento
era la felicidad…
Pues bien,
-y lo digo sin mediar más tardanza-:
Bienaventurados sean
los que tienen miedo
de atravesar ese bosque…
Bienaventurados
los que aún sienten miedo
de Virginia Woolf…
Y es que ellos,
saben sin duda,
que mucho hay que temer
del lobo que se esconde dentro de nosotros,
y de las relaciones que forjamos
con los demás…
…
¿Nadie le teme a Virginia Woolf, entonces?
Pues peor para ellos, simplemente.
Y es que la vida debiese ser definida como todo aquello
que llega y se aleja de nosotros,
nada más…
¿Nadie le teme a Virginia Woolf…?
Insensatos…
¡Tarde comprenderán que es ella,
la que se devora el mundo…!
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